La casa es una maravilla, pensada hasta el más mínimo detalle para brindar comodidad. Tiene luz a raudales, mucho espacio, una cocina de proporciones generosas, un salón acogedor, habitaciones grandes y bien ventiladas... y qué decir de la terraza, con sus distintos espacios y la piscina (tratada con sal, algo que no se especifica en la descripción, y que se agradece). Se respira tranquilidad y paz, se pueden dejar las ventanas abiertas de par en par por la noche y no se oye nada (algún coche a lo lejos, algún pajarito por la mañana y el murmullo de las palmeras mecidas por el viento). Lanzarote es una isla ventosa, pero la casa ha sido concebida para resguardar a sus habitantes del viento. No olvidaremos las cenas y veladas en esa espléndida terraza. Marifé y Maritza son excelentes anfitrionas, nos dejaron unos detalles a la llegada y se desvivieron para que nuestra estancia fuera lo más cómoda posible. Incluso instalaron una smart TV para que mis hijos pudieran ver Netflix (aunque pasaron más tiempo en la piscina que delante de la tele). La casa tiene sus años y eso se nota en algunos detalles, como la escasa presión de la ducha en el baño de la suite o la poca fuerza de los ventiladores de techo, que están pidiendo a gritos la jubilación, pero es verdad que había ventiladores de pie disponibles para refrescarnos en las noches más calurosas. En definitiva, una casa preciosa, muy cómoda y tranquila, en una ubicación ideal para conocer la isla.Repetiría sin dudarlo.¡Gracias!